La suave brisa soplaba fría e incesante y a cada nuevo soplido las hojas de aquel árbol bailaban al ritmo que marcaba el viento.
Mis compañeras de fatigas se dejaban balmbolear de un lado a otro hasta que al fin, alguna conseguía tan ansiada libertad y volar hasta donde el viento las llevase. Ese era el sueño de todas nosotras, llegar a la madurez y volar... algunas no acababan muy lejos y terminaban su aventura bajo el árbol que les di la vida, pero a riesgo ello, no había hoja en el mundo que no soñase con que el fino filamento que las unía a la vida por fin se rompiese, y en aquella ocasión con esa suave brisa fue mi turno.
Me balanceé todo lo que pude para desprenderme de la fina rama a la que me mantenía unida. No vivia en un árbol muy grande y yo me encontraba mas o menos en mitad de su copa, me movi todo lo que pude hasta que al final me desprendí y comencé mi vuelo, doy gracias a que en mitad de noviembre ya casi no quedan compañeras en las ramas y no me choqué con ninguna de ellas, que el viento en su capricho nos hace volar sin conocimiento alguno de cual será nuestro destino.
Mi viaje hacia el suelo fue suave y sinuoso, a cada golpe de viento me elevava a lo alto de la corriente para bajar lentamente de nuevo y seguir mi camino. Pero yo volaba, era todo lo que me importaba, al fin, era libre.
Mientras me dejaba arrastrar donde el destino eligiese pensé en la suerte que había tenido. Sentia en cada partícula de mi diminuto y ahora amarillento cuerpo la caricia del viento y la calidez del sol de Noviembre, sentí la libertad de volar, de navegar por el aire y los recuerdos de mi vida vinieron a mi mente.
Recordé la calidez del día de mi nacimiento, día en el que no era mas que un pequeño brote que con el paso de los días se convirtió en una verde hoja. Recordé las largas conversaciones con las abejas, y las horas que me pasaba observando el irregular vuelo de las mariposas, envidiandolas por poder ir a dónde quisieran. Recordé también las grandes tormentas de lluvia y viento en las que pensé con horror que me iba a desprender de mi rama sin siquiera haber llegado a amarillear.
Estando prácticamente estática durante toda mi vida he visto tantas cosas... he visto ancianos pasear y niños jugar, amantes andando de la mano, besos apasionados y el beso de un padre a su hijo, reencuentros, despedidas, llantos de alegría y de tristeza, y sonrisas, he visto muchas sonrisas.
También he podido escuchar y aprender muchas cosas. Durante el verano asfixsiante, personas de todas las edades se han resguardado bajo la sombra del árbol del que hasta ese día yo formé parte, y escuché conversaciones de todo tipo, desde niños que querían salvar el mundo, adolescentes pensando en como destrozarlo y ancianos a los que les daba igual lo que pasase, al fin y al cabo, no iban a vivir para verlo.
Mientras tenia todos estos pensamientos vagando por mi mente, el viento me alejaba mas y mas de mi lugar de nacimiento, hasta que al fin, suvemente me dejo sobre el suelo. Rápidamente un niño que me vio caer se acercó a mi,me cogió con cuidado y me levanto para enseñarme a su padre.

Me gusta mucho =3
ResponderEliminarA pesar de las faltas de ortografía. No son demasiado llamativas...jajaja
No me conoces, soy amiga de Shade y me llamó la atención esta entrada ^-^.
Un beso!