sábado, 6 de noviembre de 2010

La Niña y la Sombra

Realmente no se muy bien lo que quiero escribir hoy, sólo se que tengo ganas de escribir algo y que de aquí saldrá algo talmente sin pensar.


Todo comenzo un día lluvioso de abril, cuando una niña triste y solitaria se sentaba en el bosque contemplando como una pareja de ardillas correteaban por los suelos, subiendo y bajando de los árboles, hasta que en una rama, una de las ardillas se paró, cogió una de las bellotas que llevaba escondida y se la dio a su compañera de juegos.
La Niña las miraba maravillada y a la vez envidiaba lo que aquellas dos ardillas tenían, ya fuese amistad, amor, o simple atracción animal.Hacía unos meses la niña llegó al pueblo en el que estaba viviendo actualmente, tenia amigos y conocidos, pero se sentía muy sola, necesitaba a la gente que había dejado atrás y que a pesar de que les veía bastante amenudo, no podía evitar sentirse así cuando no estaba con ellos.
Sentía que todo lo que la había pasado anteriormente era un sueño que se iba desvaneciendo poco a poco, y cada vez lo sentía mas real.Prácticamente estaba todo el día sola. En su casa nadie necesitaba de ella, no encontraba nada en lo que ocupar su tiempo, y en la biblioteca no había nada que no hubiese leído anteriormente. La Niña se sentía un estorbo, sus padres no la necesitaban para la cosecha de ese año, no la dejaban participar, pero sin embargo la recriminaban por no hacerlo.No encontraba sentido alguno a la vida, hasta que al fin, ese día, sentada en el bosque mirando juguetear a las ardillas se dio cuenta de lo que necesitaba.
Necesitaba sentirse libre, sentirse útil y sentirse querida, tener alguien con quien compartir sus penas y sus alegrías de una forma diferente a como lo hacía con sus amigos a los que tanto extrañaba.


Un día en el bosque, cerca del lago, ella se tumbo en la suave hierba a contemplar el movimiento de las nubes con el viento.En el momento en el que se estaba quedando dormida notó una presencia, se incorporó levemente pero no vio a nadie, así que sin darle mas importancia, volvió a tumbarse y se quedó dormida con el arrullo del movimiento de las hojas de los árboles.
Pasaron los días y la Niña seguía notando esa presencia y ya se había acostumbrado a ella hasta que un día la presencia se dejo ver. En un primer momento esa presencia era sólo una sombra que la seguía de lejos allá a donde la Niña fuese.

Un día mientras la niña estaba apoyada en una valla leyendo un libro, la Presencia se acercó a ella.


-HOLA!- dijo la Sombra

La Niña alzo la mirada y la vio.
- Hola... - contestó.
- No sabes qué soy verdad?
La Niña se quedó callada un tiempo, miró de arriba a abajo y contestó:
- Una sombra que me lleva siguiendo algún tiempo, pero...¿ por qué lo haces? y ¿ por qué no me asustas?.
-Esa respuesta es fácil, te sigo por que tú quieres que lo haga  por ese mismo motivo es por el cual no te asustas de mi. No tengo una forma definida, en estos momentos soy solo un deseo sin dar forma. Me he acercado a ti por que ya es hora de que sepas que deseo soy y para lo que te voy a servir. Así que por favor, cierra los ojos. Sólo tú, en el fondo de tu corazón sabes que es lo que mas anhelas.Cierra los ojos y déjate llevar.


La Niña hizo caso, cerró los ojos y se concentró con todas sus fuerzas en pensar que era lo que más deseaba, pensó en alguien con quien compartir juegos, con quien compartir llantos, alguien con quien compartilo todo... pensó en las ardillas que vio aquel día. De pronto algo sucedió, el suelo comenzó a temblar y la Niña abrió los ojos... la Sombra ya no era Sombra, era un remolino de luz, de agua, de tierra, de fuego y viento. Cuando el remolino cesó ya no había sombra, en su lugar había un niño de la misma edad que ella o un poco mas pequeño, que la agarró de la mano y al abrazarla la susurró al oído:

-Soy lo que siempre has deseado, ya nunca más estarás sola.

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